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L a P e d r @ d a

Fractura entre México y Cuba

Lisandro Otero
Rebelión


La decisión del gobierno mexicano de degradar sus relaciones con Cuba, retirando embajadores, no ha sido bien acogida por la sociedad mexicana. Durante dos días he escuchado afanosamente la radio, revisado publicaciones, escudriñado las señales que emite esta comunidad y he escuchado más protestas y reproches que asentimientos. Manifestaciones en las calles, desaprobaciones de los partidos políticos, requerimientos de diputados, inconformidad de intelectuales, estudiantes, profesionales; un coro generalizado de lamentaciones, un sentimiento compartido de repudio ha sido la respuesta ciudadana a la medida del presidente Fox.

No es de extrañar. A México y Cuba los unen lazos muy sólidos que se han cimentado por muchos años de armoniosa amistad. Esos puentes han sido laboriosamente construidos no solamente por vínculos intergubernamentales, por pactos, convenios y tratados sino por la acción personal de muchos de sus hijos. A inicios del siglo diecinueve el poeta José María Heredia halló en México un refugio seguro, llegando a tener cargos de responsabilidad en Toluca mientras maduraba su ideal independentista de su isla natal. José Martí se despidió del México que le había proporcionado abrigo, empleos, amistades y hasta pasiones amorosas diciendo que era hijo de esta nación: "un hijo que no nació de ti", dijo. Residió a pocos metros de la plaza de Santo Domingo, en el corazón del México histórico, en la casa de su amigo Manuel Mercado, frente a la Preparatoria de San Ildefonso.

Juárez halló albergue en La Habana en dos ocasiones, mientras escapaba de circunstancias adversas de la política de su suelo nativo. Todavía la casa donde residió en la capital cubana es venerada como un suelo sagrado. El poeta cubano Pedro Santacilia fue no solamente secretario de Benito Juárez sino llegó a ser yerno suyo, al casarse con su hija.

Durante la Revolución mexicana esta vinculación se reforzó. Al caer el presidente Madero se realizaron intensas gestiones diplomáticas cubanas, por medio del embajador Manuel Márquez Sterling, para salvar la vida de Madero y Pino Suárez de las intenciones criminales de Victoriano Huerta y del embajador estadounidense Henry Lane Wilson. Llegó hasta disponer de una fragata de guerra cubana para rescatar al Presidente amenazado y a su familia y conducirlos a La Habana.

Al fundarse el primer Partido Comunista de Cuba, en 1925, fue el mexicano Enrique Flores Magón quien aclaró, explicó y orientó el congreso constitutivo y permaneció algún tiempo en Cuba encaminando a la organización recién creada. Julio Antonio Mella se guareció de la inclemencia del dictador Machado en tierras aztecas y aquí dejó su sangre exterminado por un sicario enviado por el déspota. Fidel Castro organizó en estas tierras la expedición del Granma que liberó a la isla de la tiranía batistiana. El general Lázaro Cárdenas se ofreció a combatir junto a los cubanos cuando el país fue invadido en Playa Girón. Esa adhesión mutua ha sido manifiesta en el campo artístico. Benny Moré y Dámaso Pérez Prado fueron ídolos de los mexicanos como lo fueron Jorge Negrete y Cantinflas de los cubanos.

Al producirse en 1961 la ruptura colectiva de relaciones de los países latinoamericanos, ordenada por el amo de turno en Washington, México fue el único país que desobedeció el mandato y mantuvo su autonomía de criterio y se abstuvo de participar en el hostigamiento diplomático y económico contra la isla. Durante muchos años la doctrina Estrada de no ingerencia en los asuntos internos de otras naciones proporcionó a México un inmenso prestigio internacional y le dio tal estatura que pudo actuar como árbitro en numerosas disputas al reconocerle todas las partes la cordura y la sabiduría necesarias para una actuación equilibrada.

Esos son apenas unos pocos rasgos de los sólidos puentes que existen entre ambos países.

Pero sucesivos gobiernos norteamericanos han empleado todas las artes de la persuasión, e incluso de la extorsión compulsiva, para quebrar esos lazos. Este circunstancial contratiempo será superado con el tiempo. Gobiernos van y vienen pero la lealtad, la calurosa efusión, la confraternidad entre los pueblos de México y Cuba no será resquebrajada por regímenes perecederos.

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